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Enamorándome de mi demonio.


¿Acaso ella era aquello de lo que tan infamemente se le acusaba? Y no penséis que os hablo de un ser cruel o malvado, ya que sólo es un pobre angelito que aviso contradecir a su padre al no estar de acuerdo con sus mandatos. Y cómo estarlo cuando su padre ponía por encima a su hermano, sobre todo cuando ella se dedicaba a buscar una perfección inexistente que supuestamente su padre debería haberles heredado y que aparentemente sólo tiene su hermano. Ese hermano que es la viva imagen de perfecto en un mundo machista que valora la hombría según el número de mujeres que pase por su cama, y en el cual las mujeres se consideraban inferiores a los hombres. Aunque para qué mentir, sólo me refiero a la familia del padre de este angelito. A pesar de que la madre decidió separarse de este hombre, la niña se convirtió en el demonio de la familia del padre, y no por maldad sino por no pensar igual que ellos. Solía utilizar un caparazón para ocultar su inseguridad. Ella había desarrollado resilencia frente a toda la situación con su padre, además tenía una actitud bonhomía y hablaba con una elocuencia indiscutible. Recurrió a escribir para intentar borrar sus recuerdos o más bien calmarlos. Escribía algo así como esto:

<<A mis dieciséis años

ya sé lo que es la muerte

y he tirado tantos paños

culpando sólo a la suerte.

Y el exagerar no es lo mío,

no es mi flow, no es mi estilo. Mi vida es casi perfecta

como buscar ángulo beta.

He sentido la ruda soga de la sociedad sobre mis manos,

he perdido la fría cuchilla de la muerte sobre mi piel,

he corrido de la mentira y el engaño

y me he escondido en la lealtad de la amistad.

Cada rincón de mi memoria

recuerda sus tontos mensajes,

una pequeña historia

entre sus parajes.

Su nombre rebota en mis recuerdos,

de dos locos un poco cuerdos.

Y vivo más que sobrevivo...

en un mundo en el que son tales las palabras mudas,

en el que la falsedad es tan común como un Judas.

Y es que ya lo decía mi madre de pequeña

no confíes en nadie mucho menos en tu peña.

Y no quiero que toméis mis palabras muy en serio

pues quizás o incluso en la cara os estoy mintiendo.

Y estas palabras no son por mí,

si no por los que se superan

y a la vida le dicen que sí

a vivir ellos nos enseñan.>>

<<¿Y tras verme en un espejo me empecé a

enamorar del demonio y desastre que me habían

hecho sentir. Me enamoré de esos ojos tan dulces y alegres y

al mismo tiempo tan tiernos y tan tristes. Me enamoré de mi pelo

desordenado, de mi locura y forma de ser... Me enamoré de todo

aquello que ellos me criticaban, estaba enamorándome de

mi demonio...>>


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